instantes que la ciencia
perdonó el olvido o el destierro.
Nos reímos del peinado que lucíamos entonces, de la excesiva
formalidad de nuestros gestos.
El tiempo se ha posado con rigidez
sobre nosotros.
rostros acartonados nos observan
detenidos en la distancia de un espejo de alquimia.
Conmovidos por la nostalgia,
les damos derecho a que jueguen con nuestras entrañas
Al pasarte una a una las fotografías
las huellas imborrables
de un asesino.
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